El turismo es la principal actividad económica de Aruba y lo notas apenas pisas la isla. Su costa, playas, paisaje en general, están a la vista para que los visitantes los disfruten. Sin embargo, no solo el turismo merece una mención, dos productos originales del lugar nos llamaron la atención. De uno teníamos una pequeña noción antes de llegar hasta allí, el otro fue una sorpresa altamente gratificante. Nos emocionó el orgullo con el que los arubianos se refieren a ellos y, sobretodo, como los recomiendan sin ninguna reserva.
RECUERDO EL OLOR DEL TABACO
El abuelo de mi padre llegó a Venezuela desde las Islas Canarias siendo un hombre ya “grande”, cambió su isla original por otra: Margarita. Allí, tal vez, para no olvidar el hogar dejado atrás, sentir un vínculo con su tierra natal o para seguir con una tradición canaria de siglos, reservó un espacio de su casa para sembrar y cultivar tabaco. Muy pequeño me paseaba entre las hojas de tabaco seco que mi bisabuelo colgaba en un pequeño ranchito construido detrás de casa. También, recuerdo, al viejo sentado armando pequeños cigarros con sus propias manos y cuchillas. Esas memorias tan remotas y placenteras de mi infancia, volvieron a mi, la mañana que visitamos Aruhiba, la pequeña, pero muy potente “fábrica” de cigarros de Aruba.
Allí encontramos todo lo indispensable para manufacturar unos “habanos” extraordinarios. El olor inconfundible y penetrante del tabaco seco es irresistible, existe un encanto en el hábito de fumar esos “artículos”, un toque de elegancia, por qué no decirlo. “Atendido por su propio dueño” nunca fue más acertado que en el caso de Aruhiba. Las manos de Benjamin, propietario de la marca, toman las hojas, las tocan, las acarician y las convierten en los distintos cigarros que conforman la oferta de su marca. Benjamin nos explicó todo el proceso, nos mostró las “matas” de tabaco, el proceso de secado, el corte y como broche de oro nos “torció” un cigarro como regalo. Ese puro lo guardamos para disfrutarlo junto a un buen ron del Caribe. Antes de salir de Aruhiba, pasé otros minutos mirando el lugar, tratando de conservar ese rico olor un buen rato en mis pulmones. La imagen de Benjamin cortando pequeñas hojas, de nuevo, me puso en mis recuerdos de infancia. Gracias Aruhiba, por ese momento y por una “fumada” exquisita.
LA PLANTA MILAGROSA
Allí encontramos todo lo indispensable para manufacturar unos “habanos” extraordinarios. El olor inconfundible y penetrante del tabaco seco es irresistible, existe un encanto en el hábito de fumar esos “artículos”, un toque de elegancia, por qué no decirlo. “Atendido por su propio dueño” nunca fue más acertado que en el caso de Aruhiba. Las manos de Benjamin, propietario de la marca, toman las hojas, las tocan, las acarician y las convierten en los distintos cigarros que conforman la oferta de su marca. Benjamin nos explicó todo el proceso, nos mostró las “matas” de tabaco, el proceso de secado, el corte y como broche de oro nos “torció” un cigarro como regalo. Ese puro lo guardamos para disfrutarlo junto a un buen ron del Caribe. Antes de salir de Aruhiba, pasé otros minutos mirando el lugar, tratando de conservar ese rico olor un buen rato en mis pulmones. La imagen de Benjamin cortando pequeñas hojas, de nuevo, me puso en mis recuerdos de infancia. Gracias Aruhiba, por ese momento y por una “fumada” exquisita.
LA PLANTA MILAGROSA
Así llamaba mi abuela paterna a la sábila, conocida en todo el mundo como la planta de aloe. Y mucha razón tenía mi vieja Candelaria. Funciona para las quemaduras de piel, el cabello, la digestión, el catarro, la constipación y algunas otras cosas. Me sorprendió, que además de distintas marcas sólidas de productos de aloe, exista en Aruba un museo y un paseo dirigido para conocer cada uno de los pasos de esta industria. Desde 1890, esta planta se explota comercialmente en la isla y de un remedio rudimentario para los males del estomago mutó a los productos que hoy conocemos en marcas como Aruba Aloe, Dessert Bollom o Island Remedy. Nuestro paseo por la planta y museo inició con un video de inducción muy bien presentado, seguimos con una muestra “en vivo” de las hojas de la planta de aloe.
Cuando nos tocó ver como una chica diligente sacaba el gel vegetal, rememoré cuando mi abuela disparaba indicaciones para que colocaran esa baba traslucida en los hombros y cachetes de sus nietos, rojos e hinchados, por el sol de la playa. Recorrimos cada uno de los rincones de la fábrica y, otra vez, sentimos el orgullo con el que los empleados se dedican a clasificar hojas, extraer su esencia y por supuesto elaborar decenas de productos. Al concluir el el paseo, Gustavo y yo, pasamos a la tienda donde cada uno de los visitantes puede adquirir cualquiera de los productos de las diferentes marca del aloe arubiano. Cargamos el morral, sobretodo, con distintas aplicaciones para la piel. Ya en el carro junto a Paula repasé una de las frases del video de inducción que acabamos de ver: “Aruba Aloe es para nosotros, lo que Coca Cola es para Norteamérica”, si eso no es auténtico orgullo, nada podría serlo.
Cuando nos tocó ver como una chica diligente sacaba el gel vegetal, rememoré cuando mi abuela disparaba indicaciones para que colocaran esa baba traslucida en los hombros y cachetes de sus nietos, rojos e hinchados, por el sol de la playa. Recorrimos cada uno de los rincones de la fábrica y, otra vez, sentimos el orgullo con el que los empleados se dedican a clasificar hojas, extraer su esencia y por supuesto elaborar decenas de productos. Al concluir el el paseo, Gustavo y yo, pasamos a la tienda donde cada uno de los visitantes puede adquirir cualquiera de los productos de las diferentes marca del aloe arubiano. Cargamos el morral, sobretodo, con distintas aplicaciones para la piel. Ya en el carro junto a Paula repasé una de las frases del video de inducción que acabamos de ver: “Aruba Aloe es para nosotros, lo que Coca Cola es para Norteamérica”, si eso no es auténtico orgullo, nada podría serlo.
@borisfelipe68
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