Como mi vuelo hacia Aruba se retrasó más de tres horas, al llegar, tuve muy poco tiempo para prepararme para mi primera cita. Puse la maleta sobre una de las camas de la habitación del Westin, la abrí mientras miraba como el día se despedía de mi, apagando lentamente el sol, cosa que pude disfrutar gracias al Ocean View de mi habitación, una vista exclusiva del mar para los huéspedes del hotel. Tuve los minutos suficientes para tomar una ducha, componer algo de mi apariencia: vestir una camisa y calzar unos zapatos fue una sugerencia oportuna hecha por Paula. En menos de media hora estaba listo y esperando en el lobby del hotel. ¿Cuál era la actividad de mi primera noche en Aruba? Una cena en el restaurante Windows on Aruba del Divi Links resort de la isla.
Al llegar al Windows on Aruba hicimos un pequeño preámbulo en el bar del lugar, extraordinaria decisión. Allí acepté la recomendación de mis acompañantes, un grupo conformado por amigos de la Agencia de Turismo de Aruba y la Asociación de Hoteles de Aruba y pedí un Aruba Ariba, el cóctel bandera de la isla, compuesto por una mezcla de hasta cuatro licores. Dulce y fuerte a la vez, refrescante y peligroso, con un par de sorbos entendí cabalmente porque es la bebida perfecta para recibir a los turistas. Con la copa de Aruba Ariba completamente liquidado, estaba listo para pasar al comedor. Mientras caminamos hacia la mesa pude echar una mirada al restaurante: elegante, sin lujos excesivos, decorado con algunas piezas de arte, un detalle llamó mi atención en particular: sus lámparas. Pero a la decoración y el diseño del local, se sumó el elemento distintivo del Windows on Aruba: la vista. Nunca un nombre para una locación fue más justo, desde todas las mesas del sitio se puede disfrutar de una vista espectacular del campo de golf del Divi Links, un campo de nueve hoyos que es orgullo de la isla. El pasto verde y cuidado parece una fotografía enorme dispuesta allí, solo para que los visitantes la disfruten, mirar a través de las ventanas del Windows on Aruba, puede ser el aperitivo o el postre perfecto de cualquier comida allí.
Me costó escoger con que comenzar, mientras miraba una y otra vez el menú, Gustavo se adelantó y ordenó un delicioso vino de Chile, un tinto, perfecto para acompañar mi entrada: Atún y Teriyaki. La presentación y mi cara de satisfacción convencieron al buen Gustavo de probarlo. “Yo nunca como pescado, pero ver tu atún me provocó” fueron sus palabras mientras compartimos una porción de ese teriyaki. El ambiente, la conversación con mis nuevos amigos arubianos, la vista al campo de golf, otro Aruba Ariba que se coló de manera extraordinaria con el vino escogido por Gustavo, a esas alturas mi primera noche en Aruba era casi perfecta, aunque faltaban el plato principal, el postre y otros detalles. A mi entrada le siguió un Róbalo y Risotto: pescado acompañado de un Risotto de espinacas, salsa de langosta y camarones, en pocos segundos estuve en el cielo. Comer así, con tanta satisfacción y gozo, provoca una felicidad inmediata y la felicidad provoca fantasías. Así, me imaginé a mi mismo jugando en el campo golf, triunfando luego de marcar un nuevo record en esos nueve hoyos y celebrando con un Brunch y mimosas un fin de semana cualquiera, en el Windows on Aruba. La voz de Paula me volvió a la realidad: ¿Alguien quiere postre? Era, literalmente, la guinda del pastel. El Chef de Postres del Aruba on Windows, es un talento reconocido y premiado por sus creaciones y una me llamó la atención en particular, el “Banana y pasión”. Un mousse de bananas, acompañado por marshmallow, torta de banana y nueces, una salsa y crema de fruta de la pasión. Luego del postre, volví a mis fantasías: otra vez, jugaba golf, combinada copas de Aruba Ariba y Mimosas y jamás, nunca abandonaba Aruba.
@borisfelipe68
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